DEMASDEMASIADO PROGRE PARAm MACRI

“Así como la monarquía terminó con el feudalismo y la república terminó con la monarquía, la democracia popular terminará con la democracia liberal burguesa y sus distintas evoluciones democráticas de que hacen uso las plutocracias dominantes”
Juan Domingo Perón

"EL PERONISMO NO SE APRENDE NI SE PROCLAMA, SE COMPRENDE Y SE SIENTE"
EVITA


El marketing de la antipolítica

La "antipolítica" nos propone el modelo de los globos de colores.  Pero por algo prende.
 
Para que tenga éxito, necesita que se destruya la capacidad convocante de la política.
 
El marketing de la antipolítica, ya demostró no tener límites (¿éticos, se puede hablar de una palabra que nunca existió en su diccionario?) y negocios, censura, "aprietes", "campaña sucia", es parte de una escalada que, algunos peldaños más arriba, nada más, encontrará a los Durán Barba de hoy con los de la década del '70, con los de la década del '90.
 
La tarea en la misma: destruir la autoestima y el valor de todo aquello que pueda hacernos sentir orgullosos de ser argentinos, para que sea más fácil ser dominados como sociedad.  Si nos creemos todos que somos una mierda, actuaremos en consecuencia tolerando lo que sea: que desaparezca un vecino, "en algo andaría", que desaparezcan los ferrocarriles, "daban pérdida", que desaparezca la salud pública, "tengo Swiss Medical", que se caigan a pedazos las escuelas públicas, "son para los bolivianos que traen droga".  En la década del '70 la pérdida de la autoestima se reforzó con el miedo que generaban las armas, para no demostrar ante los demás otra cosa que no sea que uno es una mierda, por eso quedaba bien llevar una calcomanía en el auto que dijera "Los argentinos somos derechos y humanos".
 
En los '90 pasó lo mismo, pero ya no había un fusil apuntando en la cabeza: estaban taladrándonos los medios que entre gallos y medianoches pasaron de dedicarse a hacer diarios a convertirse en "multimedios", eufemismo posmoderno para denominar a fábricas de hacer plata quedándose con todos los negocios imaginables e inimaginables a expensas de taladrar la cabeza de los que prenden la radio, TV, compramos un diario, y lo convencen que el Estado es el demonio y por ende, los que defienden al Estado son emisarios del mismísimo everno, para así sacarnos lo que es nuestro, por que ¿quién sino todos nosotros somos el Estado?.  "Achicar el Estado es agrandar la Nación" decía el Proceso. "Nada de lo que debe ser del Estado quedará en manos del Estado" dijo Dromi al iniciar las privatizaciones. Los mismos "formadores de opinión" nos trataban de convencer de igual manera en los '70 que en los '90, que todo aquello que sucedía sin la interferencia horrible de la política era lo mejor que nos podía pasar como país. 
 
La asunción de Cristina fue un desafío para ese mismo marketing de la antipolítica.  Nunca los medios destrataron a un presidente democrático (y mucho menos dictatorial) como lo hicieron con Cristina desde que puso el pie en la Casa Rosada.  El establishment apeló entonces a lo más vil, lo más bajo de la sociedad, a denostarla por una cuestión de género: "Es como Isabel", y cuando no pudieron con ese latiguillo, "es una yegua", era chic decirlo entre gente bien de la Sociedad Rural.  Luego vino la 125 y la aparición en escena de Néstor obligó a ciertas reformulaciones: entonces era "títere de él", luego era "bipolar", a veces sometida a Néstor, otras veces tirana con él y con todos.  El "doble comando" pareció encajarles mejor y duró hasta la muerte de Néstor.  Después claro, la explicación no menos cruel ni vil que el destrato por cuestiones de género: "la muerte de Néstor fue la resurrección de Cristina".
 
El marketing de la antipolítica viene en este año ocupándose de derribar símbolos que nos enorgullecen como sociedad.  Primero eligieron cuándo y como presentar el caso Schocklender ( que guardaron durante meses) para tratar de hacer caer, no a este sinvergüenza, sino a las Madres y a las Abuelas.
 
Ahora atacan despiadadamente a Zaffaroni (es curioso que la operación nace del monopolio mediático que presentó un pedido de inconstitucionalidad por el Decreto presidencial que prohibió el rubro 59), que fue el creador del INADI, el que introdujo luchas contra formas de discriminación que no eran consideradas problema y el que vino a limpiar la Corte Suprema, que cuando la integraba un profesor de tenis del riojano y jueces salidos de una servilleta de Corach, jamás recibió una cobertura mediática de ninguno de ellos, como la que pesa sobre el pobre Zaffaroni. Ya está.  De aquí en adelante el marketing de la antipolítica pondrá en duda cualquier fallo de la Justicia, esa Justicia que tiene pendiente la resolución de temas centrales de la Ley de Medios que no se aplicaron, y también las violaciones flagrantes que se cometen a los artículos que están en vigencia.
 
Ahí es curioso el giro del marketing de la antipolítica: si por un lado nos presenta lo impresentable, a Macri diciendo disparates que son celebrados para ver hasta donde llega la baja autoestima, por otro arenga a la gente para que un pobre infeliz como el pequeño Alfonsín muerda el anzuelo y se suba a la idea que "no nos merecemos tener un Juez" como Zaffaroni. 

Vivimos en un país en el que luchamos hoy por sostener todo aquello que nos llena de orgulloso y que ese marketing de la antipolítica quiere destruir: las Abuelas, las Madres y los Derechos Humanos como una bandera que admiran en todo el mundo; y también a Zaffaroni, ya sea por la incorporación de la discriminación como problemas a considerar para que surjan nuevos derechos, y fuera posible por ejemplo, el matimonio igualitario; una Corte Suprema que no tiene antecedentes por su calidad e independencia. Y sobre todo, el proyecto político que desde 2003 viene haciendo posible lo que tanto incomoda a los que en algún lado tendrán guardado su calco de "Los argentinos somos derechos y  humanos"  
 
Gracias Gustavo

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