Me atreví a cambiar el título, porque "El Canalla" es el nombre con que este miserable tituló "la verdadera historia del Che", y encima sale a la luz, un libro que pasó sin pena ni gloria por las librerías y junta polvo desde hace tres años, de la mano de Eduardo Feinmann, el piola, el que se intenta hacer el canchero con pibes de 16 años que lo revuelcan al aire, ése que siente un odio visceral por Maradona y que saca a relucir esta joya de la literatura para burlarse de él. Si bien la biografía del autor, estoy seguro, no ruboriza al locutor, no podía llamar de otra forma a quien abusa de menores (su hija), y quien reivindica los años de plomo de nuestra Argentina.
El canalla
Por Horacio Verbitsky
El viernes 25 se presentó en un hotel de Tucumán el
libro de Nicolás Márquez, El Canalla: la verdadera historia del Che.
Márquez es la promesa joven de quienes glorifican la represión
dictatorial, porque en el momento del golpe de 1976 sólo tenía un año,
lo cual lo constituye en aquella “cría del proceso” que imaginó Videla.
Sus escritos reivindicativos del terrorismo de Estado son difundidos en
sitios web y también tenía un programa radial con Karina Mujica,
presidente de “Argentinos por la Memoria Completa” hasta que un programa
de televisión la filmó en el prostíbulo donde completaba sus ingresos.
La presentación del libro fue organizada por Fuerza Republicana y la
coordinaron Ricardo Argentino Bussi, hijo del ex dictador, y el concejal
Claudio Viña. El locutor que presentó a Márquez dijo que es “una
persona sana que no se deja influir por las verdades de terceros ni
mucho menos por intereses partidarios”. Bussi explicó que lo habían
invitado porque su padre sufre prisión por las ideas del Che. “Es muy
importante escuchar una verdad distinta, porque nosotros no creemos en
la verdad única.” Como Karina Mujica, Márquez tiene una doble vida: su
ex mujer lo denunció por violencia familiar y por abuso sexual contra la
hija de ambos, de cuatro años. Cuando la mujer quedó embarazada,
Márquez le exigió que abortara y comenzó a pegarle por su negativa. Esto
fue causa de la separación y de dos denuncias por violencia familiar
que finalizaron en audiencias de mediación. También lo demandó por la
tenencia de la niña y por el pago de alimentos.
La denuncia por abuso sexual contra la criatura fue presentada el 8
de septiembre de 2008. La nena tenía crisis de llanto repentino, miedos,
y vómitos y paspaduras en la zona genital al regresar de la casa de su
padre, de quien dijo que le pegaba. Ante un cuadro de fiebre alta un
pediatra de la Clínica Pueyrredón de Mar del Plata diagnosticó que no
obedecía a causas clínicas.
Cuando la niña dijo que el padre la lamía,
la derivó a una psicologa infantil. La nena le narró que su padre
también le había tocado los genitales. La psicóloga consideró que el
relato era confiable y certificó el abuso. Márquez dijo que era “un
juego”. En cuanto se interrumpió el contacto, la conducta y la salud de
la niña mejoraron. Cuando supo que ese dictamen sería aportado a una
denuncia judicial Márquez presentó otra, por “hostigamiento”, contra su
ex mujer. Se presentó como víctima de una “relación de pareja
desavenida”. La fiscal Daniela Ledesma archivó la causa por abuso,
considerándola una estrategia de la mujer por los conflictos de pareja,
pero el Fiscal General de Mar del Plata Fabián Uriel Fernández Garello,
dispuso su reapertura. La ex mujer de Márquez cuestionó que no se
hubiese dado intervención a la Asesoría de Menores e Incapaces.
Resulta
increíble que este “activista incansable de la derecha argentina,
defensor a ultranza de genocidas” se sienta “hostigado”, “temeroso” y
“dañado” y haya debido someterse a “terapias psicológicas y
psiquiátricas”, a causa de los reclamos de la madre de su hija, dice la
demanda. Actualmente Márquez puede ver a la pequeña en lugares públicos,
acompañado por una persona de confianza y bajo el control visual de la
madre de la niña, pero prefiere no verla.
En su currículum oficial,
Márquez detalla que realizó cursos de “terrorismo, contraterrorismo y
narcotráfico” en la Universidad Nacional de Defensa de los Estados
Unidos y se jacta de haber colaborado con el Hispanic American Center
for Economic Research (HACER), de Washington. Uno de los miembros de
HACER es el ex agente del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército,
Julio Cirino, uno de los compañeros de Astiz, Etchecolatz y Von Wernich
en el pabellón de lesa humanidad de la cárcel de Marcos Paz. HACER, cuyo
objetivo es la defensa de “la libertad y el libre mercado”, organizó en
abril en la Legislatura Porteña un congreso sobre “Desafíos y
expectativas postelectorales”. Se había anunciado que lo presidiría el
vicepresidente Julio Cobos, quien no asistió. Quienes no faltaron fueron
el propietario del diario La Nueva Provincia Vicente Massot, quien
debió renunciar como viceministro de Defensa de Carlos Menem luego de
defender la tortura en un reportaje, la diputada Nora Ginzburg, Marcos
Aguinis y el propio Márquez.
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