Mañana la emoción volverá a jugarle una mala pasada.
Mañana nuevamente se quebrará al recordarlo, al abrazar a sus hijos, al escuchar a la tribuna tratar de engañarla por compasión, por sentimiento, por convicción, "Néstor no se murió, Néstor no se murió, Néstor vive en el Pueblo, La puta madre que lo parió".
Pero mañana demostrará nuevamente que los próceres, con el tiempo se forjan en bronce, piedra o cualquier mineral duro, pero en vida, por momentos, es como si posaran para la eternidad.
Mañana seguramente, la compañera Cristina Fernández de Kirchner, posará para la historia, dará el mejor discurso que sea haya escuchado hasta el momento (hasta su próximo discurso), y despertará pasiones en propios y extraños, a cada cual en el sentido de sus posiciones, pero no pasará inadvertida para nadie.
Ése y no otro, es el destino de los líderes y nuestra Presidenta eligió enfrentarlo, porque no era ella quien tenía que asumir mañana, sino Néstor.
Ella tenía que devolverle el bastón de mando que hace cuatro años él le cedió, pero ya sabemos que el destino nos jodió y ella no se lo perdonó. Yo que el destino, andaría con pie de plomo, no es bueno andar enojando próceres y Cristina lo está.
