Desde que H. Kissinger fue proclamado premio Nobel de la Paz, y quizás antes, los premios Nobel dejaron de parecerme particularmente serios. Es cierto que por la publicidad e importancia, pueden ser útiles a “nuestros” fines, pero también pueden serlo a los fines de “otros”. El premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel fue importante para “nosotros”, cosa que también lo hubiera sido si se lo hubieran otorgado a las “Madres”, a Novak o De Nevares o a Emilio Mignone. El objetivo, para “nosotros” era que el mundo supiera –y en la Argentina mentida por la propaganda del poder- lo que pasaba en la “Noche oscura” de la Dictadura. Pero después el Nobel siguió siendo lo que fue. No voy a cuestionar el reciente Nobel de la paz (no conozco la situación), aunque me hubiera gustado el premio Nobel a las “Abuelas”, más allá de ellas mismas, para que otra mentira desde la propaganda del poder quedara destapada. Pero también el año pasado se lo dieron a Obama quizás por la única razón de ser presidente de los EEUU y hasta tal vez por el color de su piel.
Presento esta introducción, porque no tengo elementos para valorar el Nobel a Vargas Llosa, como tampoco los premios de Química o de Medicina… Simplemente se trata de un hombre de letras, que recibió un Nobel por las letras. Y como tal, una institución dedicada a las letras lo invita a la inauguración de su feria. Hasta acá, impecable. Como las letras no son mi terreno, no podría opinar sobre el tema. Sé también que en ese terreno hubo quejas por que otro Nobel le fue otorgado a Tal, o porque nunca lo recibió Cual. Borges sería un ejemplo.
Pero acerca de Vargas Llosa sí podría decir otras cosas, más allá del terreno literario. En esto, todo lo que he leído de él y sobre él me pareció deleznable: defensor de los modelos político-económicos que repudio, y –por lo que sé- lo que yo pienso me ubicaría, según su mirada, en el terreno de un “perfecto idiota latinoamericano”. Un perfecto “cruzado” latinoamericano a favor de lo peor de nuestra política y las ideas.
Como señala hoy Mempo Giardinelli, en un excelente texto, el tema no es Vargas Llosa, que tiene todo el derecho de pensar y decir lo que piensa, el tema –en este caso- es quién lo invitó. Y por qué. Pero a diferencia de lo que dice Mempo, personalmente, creo que Cristina no debería ir a la feria del Libro. Clarín y La Nación amplificarán su discurso, seguramente más político que literario, y serán nuevos escarceos de su batalla política como abanderados de esa misma política deleznable. Y no más. Así como creo que la presidenta no debe ir a un tedeum a ser retada desde un supuesto dogmatismo moral, ni a la inauguración de la Sociedad rural a que los “dueños de La Nación” le digan la política económica que debe llevar, creo que tampoco debería ir a la inauguración de la feria del libro a que un premio Nobel le “enseñe” otra cosa muy distinta a literatura.
Eduardo de la Serna
excelente nota
ResponderEliminarGracias Cumpa.
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