Las palabras son diferentes
Para el capitalismo, hay una “mano invisible” que va moviendo la historia acomodándose a la oferta y la demanda. Y –por lo tanto- no se debería intervenir (“intervencionismo” es mala palabra) sino dejar que las cosas se vayan ubicando “pacíficamente”.
Dejemos de lado la falacia histórica de esto cuando sabemos que hay –del lado de los poderosos, por cierto- intervención, a veces hasta militar, “guerra fría”, espionaje, subsidios, boicots, etc. Y miremos un poco más lo “doméstico”, lo que ocurre “en casa”.
Desde siempre los poderosos (que no suelen ser los Gobiernos, mal que nos lo quieran hacer creer) se han opuesto a que se los “controle”. Un ejemplo claro y doloroso fue la Dictadura. El desabastecimiento previo al Golpe cívico-militar ayudó a crear clima de descontento en la siempre voluble clase “mediocre” que terminó aplaudiendo el 24 de marzo. «Es que eso de tener “precios máximos” es no dejarme hacer lo que quiero. Y si para que yo esté bien hay que alentar un golpe, pues ¡alentémoslo! Y si hay que denunciar y hacer desaparecer sindicalistas y delegados, pues ¡denunciémoslos!» (Astarsa, Mercedes Benz, Ford, Saiar y otros muchos no parecen muy ajenos a esto).
Y para no irnos tan lejos, las empresas de Medicina pre-paga quieren poder cobrar cuanto deseen, y si hay que hacer lobby en el Congreso nunca faltará una Banelco; y los empresarios extranjeros, que quieren poder comprar las tierras que deseen; y los sojeros que quieren envenenar la tierra, el agua y el aire cuanto les plazca; y los que quieren tierras en Formosa (¿quiénes se creen que son esos Qom –que Clarín insiste en llamar “tobas”-, eh?); y las minerías a cielo abierto… En fin, seamos claros: en nombre de la libertad debe quedar claro que “yo” -que tengo poder (= dinero)- debo poder hacer lo que se me antoja.
¿Cómo se le puede ocurrir a un Gobierno pretender “regular”? Eso es no dejarme hacer lo que quiero… Y si debo convencer al mundo entero que eso de “regular” es impedir, prohibir, atentar, pues ¡lo haré! No ha de ser demasiado difícil convencer que este gobierno es socialista del s.XXI y que como otros “demonios” de la región, quiere prohibir, intervenir, impedir (¿”socialista” el gobierno? ¡Por favor!). Es cierto que “regular” quiere decir “poner en regla”, establecer “reglas de juego”, pero eso debería valer para otros, yo soy el “dueño de la pelota” (o de la transmisión del juego de pelota, también) y por tanto puedo hacer lo que me venga en gana. Y no está mal invitar a los otros dueños de la pelota de otras regiones. Todos juntos dejaremos bien claro que lo privado siempre es mejor que lo público, y lo público es malo, o es cosa “de familia”, y si hay abuso de lo privado es “derecho”, si lo hay de lo público, es “atentar contra la libertad”.
Claro que el diccionario nos explicaría que “impedir” es una cosa y “regular” es otra, pero eso vale “para otros”. ¿O acaso no es evidente que Clarín puede no cumplir una ley (o diez) y siempre encontrará un juez que le lama las botas?
“Capitalismo”, “golpe”, “libre mercado”, “Clarín”, “botas”, me suena, me suena…
Esta gente, el poder que no está representado específicamente por ningún partido político ni organización social pero influye en muchas de ellas (las más importantes para sus fines) lo que pretende como ideal es un estado cautivo, un estado bobo. Naturalmente los grupos capitalistas no son homogéneos y en ocasiones tienen intereses encontrados. Lo que los une es el apetito por las ganancias. Este es un momento en que el estado no responde a los intereses de una parte de esos grupos, los más concentrados e internacionalizados. Aquellos que se hicieron poderosos en los tiempos de Martinez de Hoz, que no destruyó toda la industria solo la nacional. Esta última se ha recuperado lo suficiente durante el gobierno kirchner que puede hacer, unida a los bancos que no han sido afectados por la política del gobierno, oír su voz y disputarles el poder dominante que tenían el conglomerado Clarín-Techint en la AEA y UIA. Este sector "nacional" de la economía que acompaña con reservas al gobierno porque le ha permitido aumentar sus ganancias, no es en este momento un enemigo absoluto de la intervención del estado ni de las regulaciones, entiende que son necesarias en el marco de una negociación en un país que crece con inclusión social. Sus ganancias están vinculadas al mercado interno y su expansión. A ellos se dirige continuamente Cristina. Es una alianza que visiblemente se extiende al próximo período constitucional.
ResponderEliminar